sábado, 25 de mayo de 2013

Capitulo 6.Excursión al supermercado I





Capitulo 9.-

<<Excursión al supermercado I >>


Armoniosos rayos de sol se filtraban por la persiana de la habitación, iluminando su rostro. Harry sonrió cuando despertó y se desperezó en la cama, estirando enérgicamente los brazos mientras escuchaba el canto de algunos gorriones. 
—¡Príncipe Harry de Camelot! —gritó _____ tras la puerta. Él frunció el ceño, aturdido tras el brusco cambio de aquel despertar—. ¡Arrastra tus posaderas hasta la cocina, es la hora del desayuno! ¡Ah, no olvides los leotardos, que hace frío!
El rostro de Harry se tornó agrio cuando oyó la maliciosa risita de _____, que, a paso apresurado, bajaba las escaleras hacia el piso inferior. Se incorporó en la cama, molesto, recordando dónde se encontraba. Acostumbrado a tomar la primera comida del día en pijama, bajó tal cual a la cocina, donde la familia Graham se encontraba sentada a la mesa. El padre estaba leyendo el periódico, mientras que Samantha regañaba a Marcus porque, al inclinarse, las rastas se le metían en el tazón de leche.
—Mamá, pero ¿qué más da? —le reprochó este.
Harry se sentó en su silla y posó las manos cruzadas sobre el colorido mantel, esperando que alguien le sirviese su desayuno. Como nadie dijo nada, finalmente optó por pedirlo.
—A mí me gustaría tomar un zumo de naranja natural, sin pulpa, un tazón de copos de avena, un capuchino con chocolate espolvoreado y… Oh, ¿por qué no? ¡Vamos a saltarnos la dieta! También unas tostadas con mantequilla. —Sonrió.
El señor Graham asomó el rostro por encima del periódico y le miró fijamente. Marcus y _____ dejaron de engullir cereales y prorrumpieron en una sonora carcajada. Samantha, despreocupada, preparaba el café.
—Abre la nevera y mira a ver qué pillas —le dijo el señor Graham, confundido—. Es que estamos a principio de mes, así que todavía no hemos ido a comprar.
Harry tardó unos segundos en comprender la situación. ¿Significaba aquello que él mismo debería prepararse el desayuno? ¿E incluso abrir la puerta de la nevera? Nunca había hecho una hazaña de tal calibre. Se sentía ligeramente aturdido; aquellas cosas no cuadraban en su mundo perfecto. Se levantó lentamente y se dirigió hacia la nevera, evaluando aquel montón de chatarra como si fuese a atacarle de un momento a otro. Después, valeroso, posó una mano en el mango y tiró con fuerza. La luz le deslumbró. Parpadeó sin entender. Allí dentro no había absolutamente nada; tan solo quedaban dos manzanas, unos restos de zumo tropical, algunos huevos y unos sangrientos filetes de ternera. Consternado, volvió a cerrar la puerta y se dirigió hacia su silla, con la vista fija en la familia Graham. _____ se giró hacia él.
—Hombre, no son copos de avena, pero puedes comer Choco Krispies, están buenos —dijo, mostrándose amable por primera vez, como si sintiese pena por él.
Harry dirigió la mirada hacia la caja de Choco Krispies, de la cual se había apoderado Marcus. El mendigo, tras rascarse la cabeza, metía ferozmente sus garras dentro del paquete de cereales y los sacaba a puñados para engullirlos casi con violencia.
—No, gracias. —Sonrió forzadamente—. He oído que es bueno ayunar por las mañanas.
—Pero ¿dónde has oído eso? ¡Es mentira! —le reprochó Samantha—. ¡Anda, cielo, tómate un cafetito! Y he traído unos bollos de crema de la panadería… ¡moja uno en el café!
Justin negó con la cabeza, sin saber qué decir.
—Yo… intento no comer nada que tenga demasiado colesterol.
—¡Joder, tío! —exclamó Marcus—. Ni carne, ni bollos, ni cereales… pero ¿tú de qué vives, macho? Venga, cómete unos Krispies, que están mu’ buenos —le aconsejó, masticando con la boca abierta. Ver los trozos de cereales papeados no aumentó el apetito del inglés.
La señora Graham se giró decidida hacia todos ellos, secándose las manos en un trapo de cocina que dejó colgando a un lado de su delantal.
—Está bien, será mejor que dejemos el tema. —Sonrió amablemente—. ¡Ahora iremos todos a comprar! Así haremos algo en familia.
Marcus se tragó sus Krispies apresuradamente.
—Mamá, tengo que estudiar —se excusó, se levantó rápidamente de la mesa y se escabulló escaleras arriba.
El señor Graham se mordió el labio inferior, pensativo, mientras doblaba el periódico del día con delicadeza.
—Cariño, creo que debería quedarme para revisar las ruedas del coche, que están fatal —explicó.
—Bueno, no importa. —Suspiró resignada, agotada de intentar unir a aquella individualizada familia—. ¡Ahora que lo recuerdo, yo también tengo que pasarme por la tintorería! Lo había olvidado…

La mirada aterrorizada de _____ se alzó lentamente hasta dar con los ojos de su madre. La joven frunció con descaro el ceño.
—Dime que es un chiste, mamá —exigió, y echó un vistazo al inglés—. No pienso ir sola al supermercado con eso.
La señora Graham resopló, poniendo los brazos en jarras. Estaba convencida de que su inquilino era un muchacho normal y atribuía su extraño comportamiento al hecho de que se había criado en una cultura diferente. Le llevaría un tiempo acostumbrarse a la vida en América.
—«Eso» tiene nombre —le reprochó a su hija—. Llámale Harry.
_____ miró en derredor desesperada, como buscando una salida, cualquier escapatoria válida… pero tan solo se encontró con los verdes y señoriales ojos del aludido. Se dejó caer dramáticamente sobre el respaldo de su silla, lo que la hizo chirriar.
—Vale. —Samantha sonrió como buenamente pudo—. 
Harry, te daré la lista de la compra a ti, que pareces más responsable. 
Él pareció emocionado ante el detalle y no tardó demasiado en huir escaleras arriba, dispuesto a arreglarse para salir a comprar.
—Tardo cinco minutos —le dijo a _____.
Ella asintió con desgana, como si fuese un muñeco al que se le han acabado las pilas.
_____ tuvo tiempo de sobra para despedirse de toda su familia, que rápidamente se fueron marchando concentrados en sus quehaceres cotidianos. Después, preguntándose qué demonios estaría haciendo el idiota de 
Harry, terminó viendo un aburrido documental, tumbada en el sofá, con el pequeño Whisky dormitando sobre su barriga. Cuando él apareció sonriente en la puerta del salón, se frotó los ojos al tiempo que bostezaba, intentando despejarse. 
—¿No habías dicho que solo serían cinco minutos? —le acusó, feroz—. ¡Has tardado más de una hora!
Parpadeó y le observó detenidamente. 
Harry vestía unos pantalones negros con la raya exquisitamente planchada, conjuntados con los inmaculados zapatos, que brillaban con tal intensidad que casi podía ver el reflejo de su rostro. Llevaba una camisa blanca, y _____ supuso que, en el nefasto intento de dar un toque informal, había dejado que el pico de uno de los lados saliera por el extremo del pantalón. Ella rió. 
—¿Qué pasa? —preguntó Harry, cohibido y sin apartar ni un solo segundo la mirada del peligroso Whisky, que danzaba a los pies de su ama. 
—¿Es que vamos a una boda y no me he enterado? Harry evaluó su vestimenta, sin comprender.
—Si apenas me he arreglado —apuntó—, ni siquiera llevo corbata.
—¡Oh, eso lo explica todo! —exclamó ella risueña—. No quiero ni pensar cómo acudirías a una ceremonia.
—Pues…
_____ le interrumpió, levantándose estrepitosamente del sofá.
—Majestad, guárdese los detalles, no me interesan —farfulló, colocándose bien la capucha de la cazadora.
Salieron a la calle y caminaron avenida abajo en busca del supermercado, que quedaba a seis manzanas de distancia.
—Dame la lista —le ordenó 
Harry alzando una mano con porte elegante. 
—¡Que te crees tú eso!
—¡Eh, tu madre ha confiado en mí como portador de la lista! —reprochó consternado, con la expresión de un chiquillo caprichoso.
_____ le miró divertida.
—Pero ¿qué te piensas, que mamá ha escrito en la lista de la compra el secreto del universo o qué?
Él frunció el ceño.
—Me da igual, quiero mi lista —insistió—, soy el responsable —Y después la miró malicioso—, ya que tu madre cree que no eres lo bastante madura como para ocupar tal cargo.
La joven resopló, nerviosa. Lograba sacarle de quicio por cualquier estupidez. Aquello era un infierno de carne y hueso.
—¡Toma tu lista y métetela donde te quepa!
—… en el bolsillo —añadió él y se la guardó delicadamente.
Entraron en el supermercado. _____ se dirigió decidida hacia los carritos de la compra mientras 
Harry se quedaba pasmado, observando asombrado su alrededor. Era la primera vez que pisaba un lugar así; jamás había ido a hacer la compra, para eso le pagaban a la señorita Charlotte, su criada, que llevaba años viviendo como interna en la mansión londinense. 
Reaccionó casi con sorpresa cuando una familia con niños que gritaban pasó por su lado. Suspiró e intentó asimilar lo que veía. Aquello era alucinante; un espectáculo en toda regla. Bolas enormes y pomposas colgaban del techo, junto con numerosos carteles luminosos que exclamaban: «¡Felices fiestas!». Por si aquello fuera poco, un árbol de navidad se alzaba en la entrada del supermercado repleto de espumillones, y por megafonía se emitían villancicos populares que inundaban el recinto.
—¿Qué haces ahí parado? —le gritó _____.
Él despertó de aquel profundo letargo y la siguió a paso rápido.
—¿Quieres sacar la lista de la compra de una vez?
—¡Oh… sí, sí!
Extrajo la nota del bolsillo, la desdobló con cuidado y alisó una esquina que se había arrugado ligeramente. Se aclaró la garganta y dijo con firmeza:
—Huevos.
_____ comenzó a caminar más rápido, recorriendo los eternos pasillos segura de sí misma. En el fondo, 
Harry agradeció su compañía, pues si hubiese estado solo, habría acabado perdiéndose. Cuando llegaron al estante de los huevos, se quedó conmocionado ante la variedad de marcas, tamaños y envases que había. _____ cogió decidida media docena y la dejó en el carro. Harry ladeó la cabeza mientras observaba detenidamente el producto. 
—¿Piensas coger esos? —preguntó, y una mueca de asco surcó su aterciopelado rostro.
—No es que lo piense, es que ya están en el carro.
—Siempre puedes volver a cogerlos y dejarlos en el estante —aclaró 
Harry. 
—Pero es que tenemos que comprar huevos.
—Ya, el problema es que el aspecto de esos no me gusta —apuntó, señalándolos con un dedo acusador, como si los pobres huevos estuviesen malditos.
_____ fijó su vista en el estante, después miró al inglés confundida. Nunca lograba comprender su retorcida mente. Aunque tampoco quería llegar a hacerlo.
—¡Qué más da! Son todos iguales, ¡solo son huevos!
—¡Para mí no solo son huevos! Es el alimento y la proteína que voy a ingerir y que se acabará depositando en mi cuerpo. La nutrición influye muchísimo en la suavidad de la piel, ¿lo sabías?
Ella alzó las manos, exasperada.
—¡Oh, Dios mío! ¡Esto no es una clase de biología! Solo es una maldita caja de huevos.
—Coge esos —le indicó 
Harry, señalando un envase amarillo. 
—¡Pero si son carísimos! —se quejó _____—. ¡Valen cuatro dólares más!
Él bufó, restándole importancia.
—¡Cógelos! Ya recortaremos gastos en otras cosas.
_____ terminó cediendo con la esperanza de que se callase de una vez por todas. Continuaron avanzando por los pasillos del supermercado.
—Léeme lo siguiente —le exigió la chica.
—Leche.
La estantería de los lácteos se le antojó infinita. 
Harry pasó más de veinte minutos leyendo las etiquetas de los envases, como si fuese un inspector de sanidad. 
—¿Qué leche ha elegido, Sherlock? —preguntó _____, al borde de la desesperación.
—Esta. —
Harry le tendió una caja. 
—¿Eh? ¿Leche fresca, sin lactosa, desnatada, ecológica? Tío, tú eres raro de cojones.
—No soy tu tío —le recordó 
Harry. 
_____ suspiró profundamente, armándose de paciencia, y clavó la vista en el techo del supermercado como si esperase recibir alguna ayuda del cielo.
—Es un decir, una frase hecha —le aclaró.
—Ah, interesante —reconoció 
Harry, pensativo—. Ahora entiendo por qué el neandertal de tu hermano me lo dice a todas horas.

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Elaaaaa que este capitulo me ah costado un poquito mas que os otros, creo q ah sido el mas largo que pasado... Lamento no haber publicado ayer ni antes de ayer pero estos 2 dias an sido agotadores y eh llegado murta a casa con solo ganas de dormir :/ Si se portan bien con los comentarios promento darles maraton Vale???
un besoooo grande guys :D
bye


angy : Jajajaj asi que te termino gustando la idea eehh ñ-ñ Pues si lo miras por un lado, tienes una cito con un cico super guapo y ademas de PAGAR o puedes exigir una paga..!!! Que lastima :/ siempre los chicos guapos son mujeriegos :/ Un besooooo grande Angy gracias por pasar ..
PD: Ponme al tanto de como te fue en la cita ehhh

2 comentarios:

  1. : ¡no te quejes¡ ¬¬ de que te levantas temprano. ¡Yo entro a la escuela a las 7¡. Y llego muerta a casa con ganas de dormir :/. ¿Por qué la escuela no es solo hasta primaria? digo ahí ya sabemos sumar, restar, multiplicar, dividir, leer y escribir ¿ que mas quieren? XD . ¡Justin viene¡ ¡confirmado¡ ¡en noviembre¡ ¡HHHHAAAAAAAA¡ estoy tan emocionada, enzima le dije a mama y me dijo que si…¡que si¡ espero que cumpla, no se porque no me lo puedo creer. No veo la hora en que salgan las entradas. Hablando de ídolos, ¿sabes quien era el ídolo de mi mama? Rodrigo, y le hicieron un homenaje en telefe y mi mama se puso a llorar, enzima yo le dije *lo que para vos significaba Rodrigo para mi significa Justin* y se puso peor ¬¬ jjajajaja bueno solo eso. Ey con el capi me reí mucho, enserio que hiciste bien en adaptarla a Harry porque sinceramente ni me imagino a Justin eligiendo con tanta importancia los huevos, es mas yo creo que Justin se hubiera comido los cereales XD. jajaja chau me despido dulce de leche que estés bien. t.k.m aldy.

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  2. Claro que te pondré al tanto! Mo hermana ha quedado con él que nos veremos dentro de tres semanas. Dios! Tres semanas faltan! Seguramente estaré nerviosa todos los días hasta el día anterior de la cita jajaja. Tranquila, Lulu, yo en el instituto estoy de 8 a 2 y diez, una tortura. Me encantó este capítulo, estuvo gracioso.
    a lot kisses

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