viernes, 7 de diciembre de 2012

Cap 4 - The Beauty and the Beast ( justin y tu)


Capitulo 4:

-Ohh, vaya preciosura te haz conseguido.-dijo sonriéndonos a ambos.

-Si.-dijo Justin estúpidamente.

-¿Cuántos años tienes?-preguntó.

-19, ella tiene 19.-dijo nerviosamente.

-Ahh están bien de edad. ¿Desde cuando estas con ella que yo no sabia nada?

-Desde hace nueve meses pero no quería apurar las cosas ni presionar a nadie así que creo que ahora si se pueden conocer.

-¿Y mamá sabe?

-No.-sonrió dedicándome su mirada únicamente a mí.

-Ohh ¿y tus padres pequeña?

-No tengo padres.-dije bajando la mirada.

-Ah perdona, yo en serio lo siento.

-Descuida esta bien.-forcé una sonrisa.

-Entonces me imagino que si me la presentas-dijo mirando a Justin-ya se acerca algo bueno ¿no?

Más le vale a este hombre que no hable de casamiento porque yo no estoy dispuesta a casarme a los 16 aun que el crea que tengo 19.

-Por supuesto.-sonrió Justin-¿no amor?-me volvió a dedicar su mirada.

-Si, cierto.-respondí fingiendo amor y ternura por Justin.

-Bueno, ya luego arreglamos para que conozcas a la madre de Justin y hablamos sobre esto. No les quito mas tiempo, ya tienes que irte a casa ¿cierto?-le sonrió a su hijo.

-Claro.-respondió el. Me levanté de la silla.

-Cuídense.-agregó el padre de Justin mientras besaba mi mejilla.

Justin volvió a tomarme de la mano mientras salíamos de la oficina.
Entramos en el elevador y lo solté de repente.

-¿Qué diablos fue eso?-dije exaltada.- Justin si piensas que me casaré contigo estas muy equivocado.-le advertí.

-Yo nunca dije eso, cállate.-dijo nervioso.

Caminamos hasta su oficina.

-Ya nos vamos.-me avisó apagando la computadora.- ¿Puedes llevarme esa carpeta?-preguntó tomando una cantidad de papeles increíbles.

-Claro.-dije tomando la carpeta.

Salimos del edificio y subimos a su auto.

-Prometiste buscar mi netbook, si me comportaba y si lo hice.-le reclamé.

-Si, a eso vamos ahora.-respondió sin dejar de mirar el camino.

Llegamos a un centro comercial y me hizo elegir una computadora.
Elegí una hermosa netbook en distintos tonos de rosados.

Al llegar a casa Justin dejó todo sobre la mesa y se tiró en un sillón, yo por mi parte corrí escaleras arriba para aprender a usar mi nueva computadora.

Luego de que descargué la batería para cargarla 24 horas como indicaban las instrucciones, baje por algo de comida.

-Justin, tengo hambre.-dije desde las escaleras.

-No se que podemos almorzar, Rosalie no esta.-dijo preocupado mientras se levantaba del sillón.

-Cocina tú.

-Como si yo supiera.-dijo haciendo una risita-cocina tú.

-No se nada de cocina.-reí- ¿Por qué no intentamos cocinar los dos?

-Si eso quieres.-dijo divertido.

Luego de que nos pusiéramos delantales y me levantara el pelo en un rodete, decidimos hacer pizzas caseras.

-¡Justin!-grite riendo- estas ensuciando todo.

-No es mi culpa que ese huevo prefiera estar en el piso.-ambos reímos- toma-me paso harina.

-Gracias.

Seguimos haciendo lo que pudimos hasta que Justin comenzó a tirarme harina en la cara.

-¿Qué haces?-grite escupiendo harina al piso.

-No quería tirarte en la boca.-rió.

-Ahora veras Bieber.-dije agarrando el recipiente lleno de harina.

El comenzó a correr dejando huellas de harina por toda la sala, la cocina y el comedor. Cuando lo alcancé fue victima de una lluvia de harina.

-Ya basta-dijo riendo- no me tires mas.

-Te lo merecías.-corrí hacía la cocina.

Luego de la guerra de harina y las ocurrencias tontas de Justin, terminamos de hacer una pizza.
Mientras el limpiaba el piso de la cocina, la sala y el comedor, yo me encargaba de preparar la mesa y limpiar los recipientes sucios.

-Esta buena.-dijo tomando una porción.

-Bastante.-lo secundé.

-Lo mas gracioso es que ninguno de los dos sabemos cocinar y nos salió bien.-me sonrió.

Después de todo Rosalie tenía razón en todo, el es buena persona pero no tiene afecto entonces no sabe como dar afecto a los demás.
Cuando terminamos de almorzar levantamos la mesa juntos y limpiamos toda la suciedad de los platos.



Subí a mi habitación y Justin se quedó abajo. Estaba totalmente aburrida asi que decidí hacer “tarde de películas” pero a diferencia de mi casa, que tenía millones de películas, tuve que buscar algunas en el televisor. Me quedé dormida mientras veía “Que paso ayer II”. Desperté por el suave movimiento que causaron en mi cuerpo.

-Justin.-susurré a penas abrí mis ojos.- ¿Qué haces aquí?-me senté en la cama.

-Vengo a decirte que esta noche mis padres vendran a cenar con nosotros.-me informó.

-Es una broma. ¿Verdad?-dije aun adormilada. Negó con la cabeza.- ¿Por qué vienen?

-Después de todo son mis padres. ¿No crees?-respondió secamente.- Mi padre le comentó sobre nuestro “noviazgo” a mi mamá y ella quiere conocerte.

-¿A mi?-dije corriendo un mechón de pelo que caía sobre mi frente.

-Si a ti, se supone que eres mi novia. Así que ponte la ropa mas decente que tengas, vienen a las 20:00 y son las 18:45. No me dejes en ridículo.- caminó hasta la puerta.

-No.

-¿No que?-me dijo desafiante.

-No, yo no cenaré con tu familia.

-No es elección tuya.-dijo fríamente.- Te recuerdo que yo estoy a cargo tuyo asi que tienes que obedecer.

-Bien.-respondí de mal modo mientras me levantaba de la cama.

-Me voy a comprar la cena.

-¿Me dejaras sola?-dije en un grito ahogado.

-Si. Debo comprar la comida porque Rosalie se fue, así que también debo conseguir a otras empleadas.

-Voy contigo.-dije decidida mientras me acercaba a el.

-No _____, no iras.-me advirtió antes de cerrar la puerta.

Justin, eres un perfecto imbécil. Encima que debo cenar con su familia me dejas sola en una casa que ni siquiera puedo estar porque me pierdo.

Decidí darme un largo baño de inmersión, al salir rodee mi cuerpo con una toalla blanca y me dispuse a secar mi cabello para luego plancharlo.
Me peiné con dos pequeñas trenzas que se unían en la parte de atrás de mi cabeza y por debajo caía el lacio cabello hasta un poco más arriba de mi cintura.
Me maquillé aun con la toalla en el cuerpo. Natural pero presentable, tal cual Justin había dicho. Rimel para resaltar mis largas pestañas y un delineador que marcara mis ojos color verde, rubor para agregar color a mis mejillas y un brillos labial.

Abrí el armario en busca de algo lindo para ponerme. Terminé eligiendo un vestido azul hasta más arriba de mis rodillas. Me coloqué tacones altos y negros. Sonreí ante el espejo al verme tan arreglada. Y es que nunca me visto de esta manera porque mi vida es y siempre fue estar encerrada en alguna casa.
Me hundí en mis pensamientos mientras daba los últimos toques en mi maquillaje. Tres golpes en la puerta fueron los causantes de mi susto.
Me quedé paralizada, pues Justin no estaba en casa, o por lo menos yo no lo había escuchado llegar.

-¿_______? ¿Estas ahí?-su voz sonaba preocupante.

-Si. ¿Qué necesitas?-pregunté mientras me echaba unas gotas de perfume en el cuello.

-¿Estas lista? Mis padres me dijeron que ya vienen en camino.-me avisó. Sonaba un poco más relajado de lo que estaba horas antes cuando se fue a buscar la cena de esta noche.

-Si, ya estoy lista.

-¿Puedo verte?-definitivamente, esta era una de las conversaciones más largas con Justin en las que no nos hemos gritado ni insultado.

-Ya abro.-dije mirándome por última vez en el espejo.

Abrí la puerta y me encontré con un Justin diferente al que yo había conocido. El estaba vestido con una camisa blanca y un pantalón negro, sus zapatillas estaban perfectamente limpias y su cabello desordenado.

-Wooow.-pronunció al verme salir de la habitación.

-¿Crees que podamos convencer a tus papás de que somos novios?-pregunté conteniendo una risa. El se veía tan formal y niño bueno.

-Creo que si.

-Justin.-lo llamé para que me mirara a los ojos.

-¿Qué pasa?-preguntó levantando su mirada y centrándola en mis delineados ojos.

-Hare esto con una sola condición.

-¿Me pondrás condiciones?-preguntó arqueando una ceja.

-Si, solo una.

-A ver, dime.-preguntó cruzando sus brazos.

-Que luego me respondas cualquier duda que yo tenga sobre esta mentira de ser novios.

-Luego lo pienso.-dijo dándose la vuelta.- Igual, gracias.

Sonó el timbre y se sintieron voces abajo.

-¿Quién más esta?-pregunté con curiosidad.

-Las chicas de limpieza, son nuevas, asi que te tocara actuar en casa también.

-Estas loco.-pronuncié cuando comenzamos a caminar hasta abajo.

-No, cariño.-me sonrió.

Tal vez, esto era una locura. Pero si hablamos sinceramente, mi vida no era muy normal que digamos. Así que creo que agregarle diversión a este calvario no sería tan malo como imaginaba.




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