«¿Me he vuelto loca ya?», se preguntó______________ mientras se miraba en el espejo grande el baño. En realidad las profundas ojeras, la piel arrugada del contorno de los ojos tras el patético lloriqueo de la noche anterior y el cabello despeinado y enredado… no ayudaban mucho a encontrar una respuesta coherente que despejase sus dudas.
«Vale. Ahora, aparte de loca, también soy fea. Dos puntos extra.» Se sentó sobre el borde de la bañera mientras esta se llenaba de agua. Necesitaba con urgencia darse un baño relajante.
Los acontecimientos de la noche anterior la habían dejado aturdida. En primer lugar, todavía no lograba imaginarse a su aniñado Harry acostándose con aquella chica de la fiesta de no sé quién cuando tenía novia. En segundo lugar, debería haberle preguntado antes cuál era su apellido. En realidad lo indicaba en los papeles correspondientes del intercambio, pero no le había prestado atención y, aunque lo hubiese hecho, no lo habría creído.
Un Styles… El mimado, rico e imbécil hijo del famoso matrimonio Styles Cox. El padre, dueño de una de las mayores empresas del mundo. La madre, una de las abogadas más prestigiosas de toda Europa.______________ se abofeteó a sí misma, intentando despertar así de aquel confuso sueño. Pero no pasó nada. Siguió allí, absorta, escuchando el sonido del agua caer conforme la bañera se iba llenando.
Por otra parte, empezaba a entender cómo y dónde había crecido Harry, Ahora todo tenía sentido, porque, claro, no era solo Harry sino Harry Edward Styles Cox. Esa última palabra lo cambiaba todo de un modo radical.
Se desvistió, cerró el grifo y se sumergió en el agua. Respiró hondo, relajándose. Inclinó la cabeza hacia atrás, hundiéndola hasta mojarse todo el pelo. Innumerables pensamientos volvieron a invadir su mente.
De todos modos a ella le daba igual quién era Harry, Le importaba lo que había vivido con él, ni más ni menos. Y, si él había terminado engañando a su novia, que era una amiga e iba a su misma clase, ¿cómo podrían mantener ellos una relación a distancia? Se iría con otra a la primera de cambio, seguro._____________ no quería pasarlo mal, no deseaba hundirse por las noches en el sofá del comedor, al lado de su simpático amigo helado de chocolate, mientras recitaba una vez tras otra los diálogos de Romeo y Julieta y se preguntaba, angustiada, qué estaría haciendo Harry Porque su paranoica mente se lo indicaría enseguida: estaría… con otra.
Exhaló aire por la nariz con la cabeza sumergida en el agua, un montón de burbujas pequeñas subieron a la superficie. Después volvió a sacar la cabeza y encontró fuerzas para echarse un poco de champú y frotarse el cabello sin demasiadas ganas. Llamaron a la puerta del baño.
—¡__________________!
Era el traidor. Fingió que acababa de quedarse sorda.
—_______________, sé que estás ahí —prosiguió él—. ¿Puedo pasar?
—¡NO!
Esta vez sí contestó, porque no recordaba si había puesto el pestillo y temía que él entrara sin demasiados miramientos. Por si acaso, corrió la cortina de la bañera.
—¿Por qué no?, ¿qué estás haciendo?
—Duchándome.
—Ah, vale. —Harry bajó el tono de voz—. Pues te espero en la puerta hasta que termines.
_____________ resopló. La estaba acorralando. Claro que ella le había evitado en numerosas ocasiones. La noche anterior, tras descubrir que el empresario Des Styles era su padre, había corrido despavorida hasta su habitación y se había encerrado allí a cal y canto, tal como había hecho también esa misma mañana. Solo salió —a toda prisa— cuando escuchó la voz de Harry y advirtió que este se encontraba en la planta baja de la casa. Ahora él no pensaba dejarla escapar otra vez, y comportándose como un hippie en la acción de manifestarse, había decidido hacer una sentada frente a la puerta del baño; solo le faltaba una pancarta reivindicativa que dijese: «___________ ¡deja de huir! El pueblo te necesita». Total, viviendo ambos entre las mismas cuatro paredes, poco podría haber hecho por evitarle. Mucho menos teniendo en cuenta que aquel día era Navidad y celebraban la comida con toda la familia.
Y lo que era aún peor, esa misma noche se darían los regalos,____________ no quería darle su regalo a Harry, lo que realmente deseaba era estampárselo en la cara y que el golpe le dejase una buena cicatriz. Rió tontamente, sola, rememorando algunos días atrás, cuando incluso llegó a suponer que Harry sería virgen. ¡Ja! Qué tonta e ingenua era.
Poco después salió de la bañera y se vistió lentamente. Intentó tardar todo lo posible para desesperar a Harry . En efecto, cuando finalmente abrió la puerta del baño, él la miró con cara de pocos amigos y los brazos cruzados con ademán protector.
—¿Pensabas celebrar el día de Navidad en el baño o qué? —Ojeó su reloj de pulsera—. Has tardado más de una hora.
—Puede que sea impuntual, pero no traidora… como otros.
Harry notó que un pequeño escalofrío le recorría el cuerpo. Se le puso la piel de gallina y dio algunos pasos al frente intentando calmar la desagradable sensación. Eso había sido un golpe bajo por parte de _______________
—¿No podemos hablar sobre el tema? —le preguntó.
—Es Navidad, Harry—dijo ella—. Ya hablaremos más tarde, esta noche, quizá, ahora no es el momento.
Harry la miró confuso.
—Entonces… ¿seguimos juntos?
Ella resopló, con el cuerpo ligeramente vuelto en dirección a su habitación. Se giró una última vez antes de marcharse definitivamente.
—Déjame en paz.
Y desapareció, tras cerrar de golpe la puerta de su habitación. Harry se quedó ahí de pie, extremadamente quieto, como si todo lo que se encontraba a su alrededor quemase de algún modo misterioso. Después chasqueó los dedos y una sonrisa maliciosa se apoderó de sus rojizos labios. Bien, vale, pues si ______________ no quería ni siquiera escucharle durante unos míseros minutos, él no pensaba rebajarse más. Además, si supuestamente ya no estaban juntos, ¿importaba mucho cómo se comportase? Él creía que no. ¿Y qué mejor día para demostrárselo que durante la comida familiar de Navidad?
Pasadas unas horas, todos se encontraban sentados a la enorme mesa de madera del comedor. La señora Graham obligó a Marcus a vestirse de un modo adecuado (o sea: unos vaqueros que no estaban rotos y una camiseta que no reflejaba su innato amor por Irlanda y que todavía no se había desteñido por el paso de los siglos). Habían acudido algunos familiares, ante los que Harry se había presentado con elegancia y sofisticación (ya les demostraría más adelante quién era en realidad). Por una parte estaban los padres de la señora Graham, un matrimonio de ancianos que parecían odiarse mutuamente: el señor Rolan y su esposa, Margerot, que era una especie de saco de arrugas con dos ojos y una enorme nariz aguileña que a Harry le daba mala espina.
También había acudido la hermana del señor Graham, que se llamaba Amber, junto a sus dos extraños hijos gemelos, que tendrían unos catorce años. Una vez llegaron todos, se acomodaron para comer. _______________evitó descaradamente la fría mirada que Harry le dirigió. Afortunadamente, la señora Graham había recordado que Harry era vegetariano; le había preparado una ensalada, evitando que comiese pavo como hacían todos los demás. A Harry le gustaba ser la excepción.
—¡Disfrutemos de la comida navideña! —exclamó Samantha, tras servir a cada uno su plato.
«Eso, mi querida __________, ¡ya verás cuánto vamos a disfrutar!», pensó Harry , y sus ojos verdes brillaron traviesos. Pasados unos segundos de silencio, la abuela de __________ le sonrió y le señaló con uno de sus arrugados dedos.
—Un chico tan guapo como tú tiene que tener novia —comentó.
Era su oportunidad. Harry dejó el tenedor y el cuchillo sobre la servilleta y cruzó elegantemente las manos sobre la mesa.
—No sé qué decirle, señora —contestó, y le dirigió a ____________una mirada significativa—. ¿Tú qué opinas, ______________?, ¿tengo novia?
Ella apretó el cuchillo con las manos, conteniéndose de no lanzárselo a Harry a modo de diana, hasta que los nudillos se le tornaron de un color blanquecino. Harry sonrió con más ganas. Marcus confundido, les miró.
—Creo que me he perdido algo.
—Sí, te has perdido ciertos detalles del pasado de Harry que no tienen desperdicio —le indicó su hermana con fingida amabilidad.
—Pero ¿el jovencito tiene novia o está buscando? —insistió la abuela—. Porque yo tengo una amiga, Berta, que ahora es viuda, pero está de buen ver y prepara unos pastelitos de arándanos deliciosos.
El esposo de Margerot, el señor Rolan, suspiró con desgana.
—¡Marge, por Dios!, que tu amiga tiene setenta años y pesa ciento cincuenta kilos.
Harry tragó saliva despacio y creyó sentir un hormigueo extraño ascendiendo por todo su cuerpo. Los padres de____________ reían tranquilamente.
—Piénsatelo, Harrysito ; oportunidades así no surgen todos los días.
—Desde luego, señora —contestó apesadumbrado—. Y me llamo Harry
—Ah, pues eso, Harry.
______________fingió que se limpiaba la boca con la servilleta para que nadie advirtiese la vengativa sonrisilla que cruzaba su rostro de lado a lado.
—No hagas caso a mi mujer, está chiflada —le aconsejó el señor Rolan—. Quise divorciarme de ella el mismo día en que me casé.
—¡Papá! —se quejó la señora Graham, abochornada.
—Déjale, hija, no tiene arreglo —replicó Margerot—. Siento que tuvieses que crecer con un padre así, debí haber elegido mejor.
—Y yo siento que vivieses una infancia al lado del demonio —añadió él, señalando a su mujer con el tenedor.
El señor Graham se removió incómodo en su silla.
—Está bien, ¡ya basta! Les recuerdo que estamos celebrando la Navidad.
El silencio reinó en la mesa durante los siguientes cinco minutos. Harry siguió comiéndose su insípida ensalada mientras miraba a __________ de reojo. Se preguntaba si, de continuar juntos, terminarían comportándose como sus abuelos. Casi podía ver reflejado en ellos cómo sería su futuro cincuenta años después.
La señora Graham parecía seriamente disgustada por los comentarios que sus padres se dedicaban el uno al otro; prefirió permanecer en silencio.
Harry aplastó un trozo de tomate con el tenedor y el jugo salpicó el brazo de Marcus, que se encogió de hombros y ni siquiera se dignó limpiarse. El inglés observó asqueado su alrededor; la comida navideña era muy aburrida y se preguntaba cómo podría hacer que fuese algo más animada. Sonrió poco después, dirigiéndose al señor Rolan.
—Entonces, ¿por qué se casó con su mujer?
—Porque la dejé preñada… ¡y en qué mala hora!
La anciana le dio un fuerte pisotón, bajo la mesa, y él gimió dolorido. El señor Graham suspiró apesadumbrado. Los gemelos seguían comiendo en silencio, y la tía de____________ apenas pestañeaba. Todos los habitantes de la casa parecían haber muerto en vida.
Harry ojeó a _______________mientras ella cortaba distraída un trozo de carne. Tenía el contorno de los ojos ligeramente arrugado a causa de las numerosas lágrimas que, seguramente, había derramado la noche anterior. Aun así, pensó que estaba guapa y casi se asustó cuando advirtió las ganas que tenía de acariciar sus rosadas mejillas.
—Harry , cielo, ¿te has quedado con hambre? —le preguntó Samantha mostrándole una de sus encantadoras sonrisas.
Él negó con la cabeza. No tenía apetito. Mirar a ___________le quitaba las ganas de comer; quizá porque a veces pensaba que podría llegar a alimentarse de la inocencia que emanaba su rostro… Suspiró, melancólico, y sacudió la cabeza sintiéndose torpe y confuso.
—Yo shi tengo mash hambre, mami —dijo Marcus con la boca todavía llena. Algunas migajas de pan revolotearon hasta posarse sobre el mantel rojo.
Harry le dedicó una mueca de asco e hizo una complicada reflexión sobre qué demonios vería Nixie en aquel orangután.
—Ahora sacaré unas galletas de jengibre —respondió Samantha.
Se levantó y empezó a recoger los platos; Harry la ayudó en la tarea. Juntos se dirigieron a la cocina; la señora Graham le tendió una bandeja y le pidió que colocara en ella las galletas de jengibre. Ella se dedicó a fregar; al cabo de unos minutos, le miró de reojo de forma significativa.
—¿se han peleado? —preguntó con cierta timidez—. Ayer ___________estaba muy disgustada.
—Yo no le he hecho nada… a ella —repuso, encogiéndose de hombros
—No te preocupes, cielo, se le pasará. —La señora Graham le palmeó la espalda con afecto, tras secarse las manos en el delantal—. _____________es demasiado quisquillosa, seguro que se ha enfadado por cualquier tontería.
En ese mismo instante,___________ entró en la cocina y puso los ojos en blanco. Se cruzó de brazos, y Marcus que caminaba a su espalda, chocó contra ella.
—¡Eh!, ¿qué haces ahí parada? Aparta —musitó.
—¿Por qué estáis hablando de mí? —gritó, consternada—. En serio, mamá, quiero que se marche de esta casa. No lo aguanto más.
—__________! ¡No seas maleducada!
Marcus abrió mucho la boca, sorprendido.
—¿Quieres dejarme sin cuñado? ¡Tú no tienes corazón! —Apuntó a su hermana con un dedo acusador, luego se acercó a Harry , que permanecía quieto y serio como un buen soldado romano, y le rodeó los hombros con el brazo—. ¡Traidora de sangre!
—Pero ¿qué demonios dices? —__________ frunció el ceño—. ¡Mamá, haz algo!
La señora Graham balbució algunas palabras incomprensibles y agradeció la llegada de su marido. Dio un paso al frente, desorientada, hasta situarse a su lado.
—Cariño, diles que no discutan, por favor.
—No discutan , chicos —murmuró él con voz monótona—. ¿Qué es lo que les pasa?
_____________le dio una patada a la nevera, enojada y todos retrocedieron para alejarse de la furiosa chica. Ella miró fijamente a Harry . Tenía ganas de llorar.
—¡Te odio! Eres desquiciante e insoportable —le acusó sin piedad—. ¡Y si mi hermano te apoya es porque no tiene ni idea de todo lo que dices sobre él a sus espaldas!
Marcus observó de reojo a su compañero, asombrado, y preguntándose si su hermana decía la verdad. A lo lejos se oyó la voz gritona y aguda de la abuela de ___________ que, al parecer, cantaba un villancico.
—«Canta, ríe, bebe, que hoy es Nochebuena, que en estos momentos no hay que tener pena…»
Harry tragó saliva despacio; los cantares de Margerot no ayudaban en absoluto. La situación era caótica. Logró enfrentarse a la mirada de Marcus, pero no fue capaz de negar las palabras de ________________ Ella tenía razón, lo más bonito que le había dedicado hasta el momento eran algunos apelativos sueltos como «neandertal» o «mendigo». Y ahora se sentía mal, porque extrañamente había empezado a cogerle cierto cariño a… ese misterioso ser.
—¿Hablas mal de mí ? —Marcus le miró apenado, parecía a punto de llorar—. Joder, colega, con todo lo que yo te defiendo…
—«Dale a la zambomba, dale al violín, dale a la cabeza y canta feliz… Al chico de mi portera, tera…»
Harry cerró los ojos con fuerza. Quería escapar de allí como fuera. Toda la familia Graham le miraba en silencio, esperando a que dijese algo. Pero se había quedado mudo. Marcus se apartó de su lado y salió de la cocina caminando a trompicones. ____________siguió a su hermano. Se oyeron algunas puertas cerrarse de golpe. La señora Graham se tapó los oídos, procurando no escuchar el animado canto de su madre, y poco después desapareció también con la bandeja de galletas de jengibre en las manos. Harry se quedó a solas con el señor Graham, que le miró con indiferencia y se encogió de hombros.
—Esta familia es una mierda —suspiró y apoyó su mano en el hombro de Harry . Parecía no tener fuerzas para seguir viviendo—. En fin, Chico ¡feliz Navidad!
«Vale. Ahora, aparte de loca, también soy fea. Dos puntos extra.» Se sentó sobre el borde de la bañera mientras esta se llenaba de agua. Necesitaba con urgencia darse un baño relajante.
Los acontecimientos de la noche anterior la habían dejado aturdida. En primer lugar, todavía no lograba imaginarse a su aniñado Harry acostándose con aquella chica de la fiesta de no sé quién cuando tenía novia. En segundo lugar, debería haberle preguntado antes cuál era su apellido. En realidad lo indicaba en los papeles correspondientes del intercambio, pero no le había prestado atención y, aunque lo hubiese hecho, no lo habría creído.
Un Styles… El mimado, rico e imbécil hijo del famoso matrimonio Styles Cox. El padre, dueño de una de las mayores empresas del mundo. La madre, una de las abogadas más prestigiosas de toda Europa.______________ se abofeteó a sí misma, intentando despertar así de aquel confuso sueño. Pero no pasó nada. Siguió allí, absorta, escuchando el sonido del agua caer conforme la bañera se iba llenando.
Por otra parte, empezaba a entender cómo y dónde había crecido Harry, Ahora todo tenía sentido, porque, claro, no era solo Harry sino Harry Edward Styles Cox. Esa última palabra lo cambiaba todo de un modo radical.
Se desvistió, cerró el grifo y se sumergió en el agua. Respiró hondo, relajándose. Inclinó la cabeza hacia atrás, hundiéndola hasta mojarse todo el pelo. Innumerables pensamientos volvieron a invadir su mente.
De todos modos a ella le daba igual quién era Harry, Le importaba lo que había vivido con él, ni más ni menos. Y, si él había terminado engañando a su novia, que era una amiga e iba a su misma clase, ¿cómo podrían mantener ellos una relación a distancia? Se iría con otra a la primera de cambio, seguro._____________ no quería pasarlo mal, no deseaba hundirse por las noches en el sofá del comedor, al lado de su simpático amigo helado de chocolate, mientras recitaba una vez tras otra los diálogos de Romeo y Julieta y se preguntaba, angustiada, qué estaría haciendo Harry Porque su paranoica mente se lo indicaría enseguida: estaría… con otra.
Exhaló aire por la nariz con la cabeza sumergida en el agua, un montón de burbujas pequeñas subieron a la superficie. Después volvió a sacar la cabeza y encontró fuerzas para echarse un poco de champú y frotarse el cabello sin demasiadas ganas. Llamaron a la puerta del baño.
—¡__________________!
Era el traidor. Fingió que acababa de quedarse sorda.
—_______________, sé que estás ahí —prosiguió él—. ¿Puedo pasar?
—¡NO!
Esta vez sí contestó, porque no recordaba si había puesto el pestillo y temía que él entrara sin demasiados miramientos. Por si acaso, corrió la cortina de la bañera.
—¿Por qué no?, ¿qué estás haciendo?
—Duchándome.
—Ah, vale. —Harry bajó el tono de voz—. Pues te espero en la puerta hasta que termines.
_____________ resopló. La estaba acorralando. Claro que ella le había evitado en numerosas ocasiones. La noche anterior, tras descubrir que el empresario Des Styles era su padre, había corrido despavorida hasta su habitación y se había encerrado allí a cal y canto, tal como había hecho también esa misma mañana. Solo salió —a toda prisa— cuando escuchó la voz de Harry y advirtió que este se encontraba en la planta baja de la casa. Ahora él no pensaba dejarla escapar otra vez, y comportándose como un hippie en la acción de manifestarse, había decidido hacer una sentada frente a la puerta del baño; solo le faltaba una pancarta reivindicativa que dijese: «___________ ¡deja de huir! El pueblo te necesita». Total, viviendo ambos entre las mismas cuatro paredes, poco podría haber hecho por evitarle. Mucho menos teniendo en cuenta que aquel día era Navidad y celebraban la comida con toda la familia.
Y lo que era aún peor, esa misma noche se darían los regalos,____________ no quería darle su regalo a Harry, lo que realmente deseaba era estampárselo en la cara y que el golpe le dejase una buena cicatriz. Rió tontamente, sola, rememorando algunos días atrás, cuando incluso llegó a suponer que Harry sería virgen. ¡Ja! Qué tonta e ingenua era.
Poco después salió de la bañera y se vistió lentamente. Intentó tardar todo lo posible para desesperar a Harry . En efecto, cuando finalmente abrió la puerta del baño, él la miró con cara de pocos amigos y los brazos cruzados con ademán protector.
—¿Pensabas celebrar el día de Navidad en el baño o qué? —Ojeó su reloj de pulsera—. Has tardado más de una hora.
—Puede que sea impuntual, pero no traidora… como otros.
Harry notó que un pequeño escalofrío le recorría el cuerpo. Se le puso la piel de gallina y dio algunos pasos al frente intentando calmar la desagradable sensación. Eso había sido un golpe bajo por parte de _______________
—¿No podemos hablar sobre el tema? —le preguntó.
—Es Navidad, Harry—dijo ella—. Ya hablaremos más tarde, esta noche, quizá, ahora no es el momento.
Harry la miró confuso.
—Entonces… ¿seguimos juntos?
Ella resopló, con el cuerpo ligeramente vuelto en dirección a su habitación. Se giró una última vez antes de marcharse definitivamente.
—Déjame en paz.
Y desapareció, tras cerrar de golpe la puerta de su habitación. Harry se quedó ahí de pie, extremadamente quieto, como si todo lo que se encontraba a su alrededor quemase de algún modo misterioso. Después chasqueó los dedos y una sonrisa maliciosa se apoderó de sus rojizos labios. Bien, vale, pues si ______________ no quería ni siquiera escucharle durante unos míseros minutos, él no pensaba rebajarse más. Además, si supuestamente ya no estaban juntos, ¿importaba mucho cómo se comportase? Él creía que no. ¿Y qué mejor día para demostrárselo que durante la comida familiar de Navidad?
Pasadas unas horas, todos se encontraban sentados a la enorme mesa de madera del comedor. La señora Graham obligó a Marcus a vestirse de un modo adecuado (o sea: unos vaqueros que no estaban rotos y una camiseta que no reflejaba su innato amor por Irlanda y que todavía no se había desteñido por el paso de los siglos). Habían acudido algunos familiares, ante los que Harry se había presentado con elegancia y sofisticación (ya les demostraría más adelante quién era en realidad). Por una parte estaban los padres de la señora Graham, un matrimonio de ancianos que parecían odiarse mutuamente: el señor Rolan y su esposa, Margerot, que era una especie de saco de arrugas con dos ojos y una enorme nariz aguileña que a Harry le daba mala espina.
También había acudido la hermana del señor Graham, que se llamaba Amber, junto a sus dos extraños hijos gemelos, que tendrían unos catorce años. Una vez llegaron todos, se acomodaron para comer. _______________evitó descaradamente la fría mirada que Harry le dirigió. Afortunadamente, la señora Graham había recordado que Harry era vegetariano; le había preparado una ensalada, evitando que comiese pavo como hacían todos los demás. A Harry le gustaba ser la excepción.
—¡Disfrutemos de la comida navideña! —exclamó Samantha, tras servir a cada uno su plato.
«Eso, mi querida __________, ¡ya verás cuánto vamos a disfrutar!», pensó Harry , y sus ojos verdes brillaron traviesos. Pasados unos segundos de silencio, la abuela de __________ le sonrió y le señaló con uno de sus arrugados dedos.
—Un chico tan guapo como tú tiene que tener novia —comentó.
Era su oportunidad. Harry dejó el tenedor y el cuchillo sobre la servilleta y cruzó elegantemente las manos sobre la mesa.
—No sé qué decirle, señora —contestó, y le dirigió a ____________una mirada significativa—. ¿Tú qué opinas, ______________?, ¿tengo novia?
Ella apretó el cuchillo con las manos, conteniéndose de no lanzárselo a Harry a modo de diana, hasta que los nudillos se le tornaron de un color blanquecino. Harry sonrió con más ganas. Marcus confundido, les miró.
—Creo que me he perdido algo.
—Sí, te has perdido ciertos detalles del pasado de Harry que no tienen desperdicio —le indicó su hermana con fingida amabilidad.
—Pero ¿el jovencito tiene novia o está buscando? —insistió la abuela—. Porque yo tengo una amiga, Berta, que ahora es viuda, pero está de buen ver y prepara unos pastelitos de arándanos deliciosos.
El esposo de Margerot, el señor Rolan, suspiró con desgana.
—¡Marge, por Dios!, que tu amiga tiene setenta años y pesa ciento cincuenta kilos.
Harry tragó saliva despacio y creyó sentir un hormigueo extraño ascendiendo por todo su cuerpo. Los padres de____________ reían tranquilamente.
—Piénsatelo, Harrysito ; oportunidades así no surgen todos los días.
—Desde luego, señora —contestó apesadumbrado—. Y me llamo Harry
—Ah, pues eso, Harry.
______________fingió que se limpiaba la boca con la servilleta para que nadie advirtiese la vengativa sonrisilla que cruzaba su rostro de lado a lado.
—No hagas caso a mi mujer, está chiflada —le aconsejó el señor Rolan—. Quise divorciarme de ella el mismo día en que me casé.
—¡Papá! —se quejó la señora Graham, abochornada.
—Déjale, hija, no tiene arreglo —replicó Margerot—. Siento que tuvieses que crecer con un padre así, debí haber elegido mejor.
—Y yo siento que vivieses una infancia al lado del demonio —añadió él, señalando a su mujer con el tenedor.
El señor Graham se removió incómodo en su silla.
—Está bien, ¡ya basta! Les recuerdo que estamos celebrando la Navidad.
El silencio reinó en la mesa durante los siguientes cinco minutos. Harry siguió comiéndose su insípida ensalada mientras miraba a __________ de reojo. Se preguntaba si, de continuar juntos, terminarían comportándose como sus abuelos. Casi podía ver reflejado en ellos cómo sería su futuro cincuenta años después.
La señora Graham parecía seriamente disgustada por los comentarios que sus padres se dedicaban el uno al otro; prefirió permanecer en silencio.
Harry aplastó un trozo de tomate con el tenedor y el jugo salpicó el brazo de Marcus, que se encogió de hombros y ni siquiera se dignó limpiarse. El inglés observó asqueado su alrededor; la comida navideña era muy aburrida y se preguntaba cómo podría hacer que fuese algo más animada. Sonrió poco después, dirigiéndose al señor Rolan.
—Entonces, ¿por qué se casó con su mujer?
—Porque la dejé preñada… ¡y en qué mala hora!
La anciana le dio un fuerte pisotón, bajo la mesa, y él gimió dolorido. El señor Graham suspiró apesadumbrado. Los gemelos seguían comiendo en silencio, y la tía de____________ apenas pestañeaba. Todos los habitantes de la casa parecían haber muerto en vida.
Harry ojeó a _______________mientras ella cortaba distraída un trozo de carne. Tenía el contorno de los ojos ligeramente arrugado a causa de las numerosas lágrimas que, seguramente, había derramado la noche anterior. Aun así, pensó que estaba guapa y casi se asustó cuando advirtió las ganas que tenía de acariciar sus rosadas mejillas.
—Harry , cielo, ¿te has quedado con hambre? —le preguntó Samantha mostrándole una de sus encantadoras sonrisas.
Él negó con la cabeza. No tenía apetito. Mirar a ___________le quitaba las ganas de comer; quizá porque a veces pensaba que podría llegar a alimentarse de la inocencia que emanaba su rostro… Suspiró, melancólico, y sacudió la cabeza sintiéndose torpe y confuso.
—Yo shi tengo mash hambre, mami —dijo Marcus con la boca todavía llena. Algunas migajas de pan revolotearon hasta posarse sobre el mantel rojo.
Harry le dedicó una mueca de asco e hizo una complicada reflexión sobre qué demonios vería Nixie en aquel orangután.
—Ahora sacaré unas galletas de jengibre —respondió Samantha.
Se levantó y empezó a recoger los platos; Harry la ayudó en la tarea. Juntos se dirigieron a la cocina; la señora Graham le tendió una bandeja y le pidió que colocara en ella las galletas de jengibre. Ella se dedicó a fregar; al cabo de unos minutos, le miró de reojo de forma significativa.
—¿se han peleado? —preguntó con cierta timidez—. Ayer ___________estaba muy disgustada.
—Yo no le he hecho nada… a ella —repuso, encogiéndose de hombros
—No te preocupes, cielo, se le pasará. —La señora Graham le palmeó la espalda con afecto, tras secarse las manos en el delantal—. _____________es demasiado quisquillosa, seguro que se ha enfadado por cualquier tontería.
En ese mismo instante,___________ entró en la cocina y puso los ojos en blanco. Se cruzó de brazos, y Marcus que caminaba a su espalda, chocó contra ella.
—¡Eh!, ¿qué haces ahí parada? Aparta —musitó.
—¿Por qué estáis hablando de mí? —gritó, consternada—. En serio, mamá, quiero que se marche de esta casa. No lo aguanto más.
—__________! ¡No seas maleducada!
Marcus abrió mucho la boca, sorprendido.
—¿Quieres dejarme sin cuñado? ¡Tú no tienes corazón! —Apuntó a su hermana con un dedo acusador, luego se acercó a Harry , que permanecía quieto y serio como un buen soldado romano, y le rodeó los hombros con el brazo—. ¡Traidora de sangre!
—Pero ¿qué demonios dices? —__________ frunció el ceño—. ¡Mamá, haz algo!
La señora Graham balbució algunas palabras incomprensibles y agradeció la llegada de su marido. Dio un paso al frente, desorientada, hasta situarse a su lado.
—Cariño, diles que no discutan, por favor.
—No discutan , chicos —murmuró él con voz monótona—. ¿Qué es lo que les pasa?
_____________le dio una patada a la nevera, enojada y todos retrocedieron para alejarse de la furiosa chica. Ella miró fijamente a Harry . Tenía ganas de llorar.
—¡Te odio! Eres desquiciante e insoportable —le acusó sin piedad—. ¡Y si mi hermano te apoya es porque no tiene ni idea de todo lo que dices sobre él a sus espaldas!
Marcus observó de reojo a su compañero, asombrado, y preguntándose si su hermana decía la verdad. A lo lejos se oyó la voz gritona y aguda de la abuela de ___________ que, al parecer, cantaba un villancico.
—«Canta, ríe, bebe, que hoy es Nochebuena, que en estos momentos no hay que tener pena…»
Harry tragó saliva despacio; los cantares de Margerot no ayudaban en absoluto. La situación era caótica. Logró enfrentarse a la mirada de Marcus, pero no fue capaz de negar las palabras de ________________ Ella tenía razón, lo más bonito que le había dedicado hasta el momento eran algunos apelativos sueltos como «neandertal» o «mendigo». Y ahora se sentía mal, porque extrañamente había empezado a cogerle cierto cariño a… ese misterioso ser.
—¿Hablas mal de mí ? —Marcus le miró apenado, parecía a punto de llorar—. Joder, colega, con todo lo que yo te defiendo…
—«Dale a la zambomba, dale al violín, dale a la cabeza y canta feliz… Al chico de mi portera, tera…»
Harry cerró los ojos con fuerza. Quería escapar de allí como fuera. Toda la familia Graham le miraba en silencio, esperando a que dijese algo. Pero se había quedado mudo. Marcus se apartó de su lado y salió de la cocina caminando a trompicones. ____________siguió a su hermano. Se oyeron algunas puertas cerrarse de golpe. La señora Graham se tapó los oídos, procurando no escuchar el animado canto de su madre, y poco después desapareció también con la bandeja de galletas de jengibre en las manos. Harry se quedó a solas con el señor Graham, que le miró con indiferencia y se encogió de hombros.
—Esta familia es una mierda —suspiró y apoyó su mano en el hombro de Harry . Parecía no tener fuerzas para seguir viviendo—. En fin, Chico ¡feliz Navidad!
No hay comentarios:
Publicar un comentario