Samantha estrechó al joven
en un fuerte abrazo que por poco le deja sin respiración. Se limpió una
lagrimilla que le rodaba por la mejilla izquierda y volvió a abrazarle.
—¡Oh, Harry, eres un regalo caído del cielo! —gimoteó con afectación—. Pero ¿cómo se te ocurre pagar la compra?
Logró escapar de los brazos de la señora Graham cuando esta se distrajo por el pitido del microondas. Se sacudió la ropa. _____ resopló a su espalda, consternada por el comportamiento nada apropiado de su madre. Se dijo que desde luego no tenía ni idea de con quién estaba hablando: con el demonio. Un demonio despiadado e insufrible.
—He decidido encargarme de la compra durante el mes que pase aquí —informó Harry—. Creo que es lo menos que puedo hacer. Y, como usted sabe que mi alimentación es algo compleja, será mejor que me haga responsable de ella. El supermercado me ha fascinado.
Aquello fue suficiente para Samantha, que parecía a punto de explotar de alegría. Ella prometió darle más presupuesto para la compra semanal y añadió que _____ le acompañaría cada vez que tuviese que salir, sin siquiera preguntar a la aludida.
—¿Sabes? Serías el hombre perfecto para mi hija. —La señora Graham señaló a la chica, apoyada en el dintel de la puerta de brazos cruzados—. Es tan desorganizada… tú equilibrarías su desorden.
Harry tosió. _____ También. Se dirigieron una mirada afilada que podría haberse traducido por «Ni en tus mejores sueños seríamos pareja». La madre no pareció reparar en la tensión en los hombros de ambos jóvenes.
—Yo guardaré todo esto —se apresuró a ofrecerse él—. He comprado cien Tuperwares para poder organizar adecuadamente la comida.
—Oh, increíble. Harry, eres increíble…
_____ cerró los ojos con fuerza y se largó de la cocina. Si su madre continuaba halagándole de aquel modo, solo conseguiría que su ego aumentase más y más —si es que aquello era humanamente posible—. Tenía que encontrar algún modo de fijar un límite, unas reglas de comportamiento que equilibrasen la situación. Aprovechó el resto de la tarde para darse un baño relajante, ya que supuso que Harry se encontraría ocupado con la distribución de los nutrientes por orden alfabético.
Sumergió la cabeza en el agua. Después, cuando salió a la superficie, respiró con fuerza. Tenía ganas de ver a sus amigos. Echaba de menos pasar las tardes sentada en un parque cualquiera charlando. Llevarse a Harry con ella y presentárselo a sus colegas no le hacía ninguna gracia. Temía que acabasen apedreándolo. Aunque Matt, un chico que llevaba tras ella desde que tenían catorce años y que incluso había escrito un libro autobiográfico, se parecía a Harry en ciertos aspectos. Cabía la posibilidad de que se llevasen bien. Por otro lado, también era probable que, tras conocerse, surgiese entre ambos una especie de competitividad: la lucha por el poder de la estupidez.
Se vistió lentamente antes de dirigirse de nuevo hacia la cocina. La nevera estaba repleta de Tupperwares transparentes, amontonados unos sobre otros como si fuesen una exposición de arte moderno. En casi todos ellos estaba escrito el nombre de Harry seguido de una fecha. _____ supuso que había organizado qué comería cada día de la semana siguiente. Y se preguntó cómo alguien podía tener tanta paciencia para administrar al detalle todo aquello. Cerró la nevera bruscamente.
—¿Te gusta cómo ha quedado? —preguntó Harry, al tiempo que se sentaba en una de las sillas.
—Ha quedado ridículo —espetó _____, sirviéndose un poco de café.
—Pero ¿qué dices? Tu madre me ha felicitado varias veces por ello. —Sonrió abiertamente, orgulloso de su hazaña—. Por cierto, me he tomado la molestia de organizar también tu comida. Esta noche te toca ensalada. Ya va siendo hora de que dejes de comer fritos a todas horas —agregó.
_____ se atragantó con el café.
—Espero que no estés hablando en serio. No eres nadie para decidir cómo debo alimentarme.
—¡Encima de que me preocupo por ti! Deberías arrodillarte, besar mis pulcros zapatos y agradecérmelo.
—Pero ¿tú quién te crees que eres? ¿El príncipe de Inglaterra?
—No, pero trátame como si lo fuese. Así marcamos nuestras diferencias sociales.
_____ arrugó la nariz, furiosa.
—Esta tarde he quedado con mis amigos.
—¿Crees que me importa? Guárdate tus culebrones rosas. —Pestañeó con afectación.
—Debería importarte, Harry, porque vendrás conmigo —le informó, entusiasmada al percibir el sufrimiento que ensombrecía su rostro.
—¡Oh, Harry, eres un regalo caído del cielo! —gimoteó con afectación—. Pero ¿cómo se te ocurre pagar la compra?
Logró escapar de los brazos de la señora Graham cuando esta se distrajo por el pitido del microondas. Se sacudió la ropa. _____ resopló a su espalda, consternada por el comportamiento nada apropiado de su madre. Se dijo que desde luego no tenía ni idea de con quién estaba hablando: con el demonio. Un demonio despiadado e insufrible.
—He decidido encargarme de la compra durante el mes que pase aquí —informó Harry—. Creo que es lo menos que puedo hacer. Y, como usted sabe que mi alimentación es algo compleja, será mejor que me haga responsable de ella. El supermercado me ha fascinado.
Aquello fue suficiente para Samantha, que parecía a punto de explotar de alegría. Ella prometió darle más presupuesto para la compra semanal y añadió que _____ le acompañaría cada vez que tuviese que salir, sin siquiera preguntar a la aludida.
—¿Sabes? Serías el hombre perfecto para mi hija. —La señora Graham señaló a la chica, apoyada en el dintel de la puerta de brazos cruzados—. Es tan desorganizada… tú equilibrarías su desorden.
Harry tosió. _____ También. Se dirigieron una mirada afilada que podría haberse traducido por «Ni en tus mejores sueños seríamos pareja». La madre no pareció reparar en la tensión en los hombros de ambos jóvenes.
—Yo guardaré todo esto —se apresuró a ofrecerse él—. He comprado cien Tuperwares para poder organizar adecuadamente la comida.
—Oh, increíble. Harry, eres increíble…
_____ cerró los ojos con fuerza y se largó de la cocina. Si su madre continuaba halagándole de aquel modo, solo conseguiría que su ego aumentase más y más —si es que aquello era humanamente posible—. Tenía que encontrar algún modo de fijar un límite, unas reglas de comportamiento que equilibrasen la situación. Aprovechó el resto de la tarde para darse un baño relajante, ya que supuso que Harry se encontraría ocupado con la distribución de los nutrientes por orden alfabético.
Sumergió la cabeza en el agua. Después, cuando salió a la superficie, respiró con fuerza. Tenía ganas de ver a sus amigos. Echaba de menos pasar las tardes sentada en un parque cualquiera charlando. Llevarse a Harry con ella y presentárselo a sus colegas no le hacía ninguna gracia. Temía que acabasen apedreándolo. Aunque Matt, un chico que llevaba tras ella desde que tenían catorce años y que incluso había escrito un libro autobiográfico, se parecía a Harry en ciertos aspectos. Cabía la posibilidad de que se llevasen bien. Por otro lado, también era probable que, tras conocerse, surgiese entre ambos una especie de competitividad: la lucha por el poder de la estupidez.
Se vistió lentamente antes de dirigirse de nuevo hacia la cocina. La nevera estaba repleta de Tupperwares transparentes, amontonados unos sobre otros como si fuesen una exposición de arte moderno. En casi todos ellos estaba escrito el nombre de Harry seguido de una fecha. _____ supuso que había organizado qué comería cada día de la semana siguiente. Y se preguntó cómo alguien podía tener tanta paciencia para administrar al detalle todo aquello. Cerró la nevera bruscamente.
—¿Te gusta cómo ha quedado? —preguntó Harry, al tiempo que se sentaba en una de las sillas.
—Ha quedado ridículo —espetó _____, sirviéndose un poco de café.
—Pero ¿qué dices? Tu madre me ha felicitado varias veces por ello. —Sonrió abiertamente, orgulloso de su hazaña—. Por cierto, me he tomado la molestia de organizar también tu comida. Esta noche te toca ensalada. Ya va siendo hora de que dejes de comer fritos a todas horas —agregó.
_____ se atragantó con el café.
—Espero que no estés hablando en serio. No eres nadie para decidir cómo debo alimentarme.
—¡Encima de que me preocupo por ti! Deberías arrodillarte, besar mis pulcros zapatos y agradecérmelo.
—Pero ¿tú quién te crees que eres? ¿El príncipe de Inglaterra?
—No, pero trátame como si lo fuese. Así marcamos nuestras diferencias sociales.
_____ arrugó la nariz, furiosa.
—Esta tarde he quedado con mis amigos.
—¿Crees que me importa? Guárdate tus culebrones rosas. —Pestañeó con afectación.
—Debería importarte, Harry, porque vendrás conmigo —le informó, entusiasmada al percibir el sufrimiento que ensombrecía su rostro.
—No se te da nada bien eso
de contar chistes.
—Tienes dos opciones —le explicó _____—. Puedes venir conmigo o quedarte en casa con Marcus. A solas.
Harry abrió desmesuradamente los ojos.
—Soy joven para morir —dijo—. Ni en broma me quedaría a solas con ese mendigo harapiento. Si llego a saber que conviviría con alguien como Marcus habría pedido a mis guardaespaldas que me acompañasen.
_____ le miró fijamente, asombrada. Negó con la cabeza, intentando convencerse de que todo aquello no era cierto.
—¿Tenías guardaespaldas en Londres?
—Pues claro, ¿quién si no iba a protegerme? —Se limpió las uñas distraído, observando la perfección de estas bajo la luz que entraba por la ventana de la cocina—. Ellos siempre iban detrás de mí. Y, en casa, se quedaban quietos como estatuas a la espera de recibir mis órdenes.
—Empiezo a comprender de dónde viene tu estupidez —objetó ella, consternada al escuchar todo aquello—. Creo que tus padres te han malcriado.
—¿Mis padres? —Harry la miró sin comprender—. Casi nunca están en casa; así que no han tenido la oportunidad de malcriarme. Pero no importa, tengo a todo un equipo profesional bajo mi supervisión. Son realmente eficientes, tendrías que verlos algún día.
—No sabes la ilusión que me hace —terció ella irónica, poniendo los ojos en blanco.
—Tranquila, era un decir, por pura cortesía. —Sonrió—. Tú jamás pondrás un pie en mi mansión. Antes de que entrases, soltaría a los perros y terminarías corriendo calle abajo como una punki cualquiera.
_____ resopló, se terminó el café y dejó la taza en la pila con un golpe seco. Harry la señaló.
—¿Es que no piensas fregarla? —preguntó consternado.
—No, lo haré más tarde —respondió ella mientras se abrochaba la chaqueta.
—Pero si la dejas ahí demasiado tiempo se llenará de moho —explicó Harry sin dar su brazo a torcer—. Y los bichos acudirán a ella.
—¡Límpiala tú si tanto te importa!
—Lo siento, yo jamás he hecho eso. —Sonrió y se levantó—. Mis manos no están preparadas para enfrentarse a cualquier jabón doméstico. Tengo la piel sensible.
_____ se llevó una mano a la frente.
—¡Ya me lo has dicho un millón de veces! —gritó cabreada—. Y no me importa en absoluto cuán sensible llegue a ser tu piel. —Negó con la cabeza en silencio—. ¡Dios mío! Seguro que incluso utilizas toallitas de bebé para limpiarte el culo. Si es que no se encarga de eso alguna de tus criadas.
Él asintió lentamente.
—Sí, has acertado. Es curioso. Me lo limpio con toallitas de bebé con olor a lavanda —detalló—. Deberías probarlas. He traído unos veinte paquetes, seguro que me sobrará alguna. Ya verás qué bien huelen.
—Pero ¿tú de dónde has salido? ¿Me puedes decir quién es el malvado ser que te ha metido tantas tonterías en la cabeza?
—Nadie. Yo solito.
—Imposible. Esas cosas no nacen de uno mismo —replicó ella, y casi sintió pena por Harry—. La gente no tiene esos instintos hipocondríacos.
—¿Qué tiene de malo?
—¡Todo! No se puede vivir así; estás totalmente limitado.
—_____, a ti te limita tu cara frente a la sociedad y, ¿ves?, no es ningún problema. Incluso diría que pareces ligeramente feliz. Obviamente eres un ser demasiado conformista para mi gusto, pero…
—Basta. De verdad. No me interesa seguir escuchando tus tonterías. Es hora de irnos.
Harry la siguió hasta la calle. Se preguntaba si los amigos serían mucho peor que ella. No estaba seguro de cómo debía comportarse. Hasta el momento jamás había conocido a nadie fuera de su acomodado colegio, donde todos seguían su mismo estilo de vida. Temía encontrarse con varios clones de Marcus, rodeándole sin piedad. Se frotó las manos, temeroso de tener que enfrentarse ante lo desconocido. No le gustaba aquello de no llevar las riendas de la situación. Mientras que en su casa había sido todo un rey, allí el nivel había bajado al de patético príncipe.
—Tienes dos opciones —le explicó _____—. Puedes venir conmigo o quedarte en casa con Marcus. A solas.
Harry abrió desmesuradamente los ojos.
—Soy joven para morir —dijo—. Ni en broma me quedaría a solas con ese mendigo harapiento. Si llego a saber que conviviría con alguien como Marcus habría pedido a mis guardaespaldas que me acompañasen.
_____ le miró fijamente, asombrada. Negó con la cabeza, intentando convencerse de que todo aquello no era cierto.
—¿Tenías guardaespaldas en Londres?
—Pues claro, ¿quién si no iba a protegerme? —Se limpió las uñas distraído, observando la perfección de estas bajo la luz que entraba por la ventana de la cocina—. Ellos siempre iban detrás de mí. Y, en casa, se quedaban quietos como estatuas a la espera de recibir mis órdenes.
—Empiezo a comprender de dónde viene tu estupidez —objetó ella, consternada al escuchar todo aquello—. Creo que tus padres te han malcriado.
—¿Mis padres? —Harry la miró sin comprender—. Casi nunca están en casa; así que no han tenido la oportunidad de malcriarme. Pero no importa, tengo a todo un equipo profesional bajo mi supervisión. Son realmente eficientes, tendrías que verlos algún día.
—No sabes la ilusión que me hace —terció ella irónica, poniendo los ojos en blanco.
—Tranquila, era un decir, por pura cortesía. —Sonrió—. Tú jamás pondrás un pie en mi mansión. Antes de que entrases, soltaría a los perros y terminarías corriendo calle abajo como una punki cualquiera.
_____ resopló, se terminó el café y dejó la taza en la pila con un golpe seco. Harry la señaló.
—¿Es que no piensas fregarla? —preguntó consternado.
—No, lo haré más tarde —respondió ella mientras se abrochaba la chaqueta.
—Pero si la dejas ahí demasiado tiempo se llenará de moho —explicó Harry sin dar su brazo a torcer—. Y los bichos acudirán a ella.
—¡Límpiala tú si tanto te importa!
—Lo siento, yo jamás he hecho eso. —Sonrió y se levantó—. Mis manos no están preparadas para enfrentarse a cualquier jabón doméstico. Tengo la piel sensible.
_____ se llevó una mano a la frente.
—¡Ya me lo has dicho un millón de veces! —gritó cabreada—. Y no me importa en absoluto cuán sensible llegue a ser tu piel. —Negó con la cabeza en silencio—. ¡Dios mío! Seguro que incluso utilizas toallitas de bebé para limpiarte el culo. Si es que no se encarga de eso alguna de tus criadas.
Él asintió lentamente.
—Sí, has acertado. Es curioso. Me lo limpio con toallitas de bebé con olor a lavanda —detalló—. Deberías probarlas. He traído unos veinte paquetes, seguro que me sobrará alguna. Ya verás qué bien huelen.
—Pero ¿tú de dónde has salido? ¿Me puedes decir quién es el malvado ser que te ha metido tantas tonterías en la cabeza?
—Nadie. Yo solito.
—Imposible. Esas cosas no nacen de uno mismo —replicó ella, y casi sintió pena por Harry—. La gente no tiene esos instintos hipocondríacos.
—¿Qué tiene de malo?
—¡Todo! No se puede vivir así; estás totalmente limitado.
—_____, a ti te limita tu cara frente a la sociedad y, ¿ves?, no es ningún problema. Incluso diría que pareces ligeramente feliz. Obviamente eres un ser demasiado conformista para mi gusto, pero…
—Basta. De verdad. No me interesa seguir escuchando tus tonterías. Es hora de irnos.
Harry la siguió hasta la calle. Se preguntaba si los amigos serían mucho peor que ella. No estaba seguro de cómo debía comportarse. Hasta el momento jamás había conocido a nadie fuera de su acomodado colegio, donde todos seguían su mismo estilo de vida. Temía encontrarse con varios clones de Marcus, rodeándole sin piedad. Se frotó las manos, temeroso de tener que enfrentarse ante lo desconocido. No le gustaba aquello de no llevar las riendas de la situación. Mientras que en su casa había sido todo un rey, allí el nivel había bajado al de patético príncipe.
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Hoooooluuuu.!!! como estan?? Espero que muy bien chicas :) Vieron que justin saco ya las fechas para el BT Latino America ?? YO ESTOY QUE ME DA UNA PATALETA..!!! soy Argentina y saco 2 siiii 2 fechas y una de ellas esta a solo 3 horas de donde vivo :) estoy que me hago ensima de la emocion :)
Espero que les guste este capitulos ;)
Un besooooo grande Lindas espero que comenten y anden bien
Bye
angy : Perdon perdon en serioo es que el colegio y la falta de internet me pone mal en serio :( Se enfermo??? OOhhhh que boludo que lastima tanto tiempo esperando para que el pibe se enferme :/ Ya as hablado alguna vez con el?? La verdad a mi me encanta que sea asi de odioso Harry jaja en serio es tan asdgfjlñ tu me entiendes ;) Un besooooo grande Angy
«Snoui» : Tu ? A ver no se si te conosco :/ es que MIRA QUE NO VOY A CONOCER A LA ESCRITORA DE UNA DE MIS NOVELAS FAVORITAS.!! ??? EHH ?? como crees.! ajjaja gracias por leerlo Shawty .. Sabes a mi me'namora que escribas me'namora jaja enserio esa palabra tiene tanto SWAG que deberia del ilegal ... All day All Night asi me vas a tener a mi en tu novela y en twitter ehhh asdf un besooooote y gracias por comentar :) Me tooo
Jajaja, no nunca hablé con él, pero el primo es amigo mío desde que me cambiaban pañales y seguramente nos vimos antes y a lo mejor hablamos, pero no lo recuerdo. Si me sonaba el nombre y todo eso. Jajaja, odioso, pero gracioso, estoy deseando saber que pasará con los amigos de ____ solo de pensarlo ya me parto el culo, jajaja
ResponderEliminara lot kisses
Hola mi payasa…sabes estoy enojada, indignada, chinchuda…¡no se publico el comentario que te hice en el capitulo anterior¡. Voy a ver este capi y pienso *¿Qué paso?¿por que lulu no me respondió el comentario…ya no le importo?* y entonces voy al capi anterior y veo que mi súper hermoso y lindo comentario no estaba ¬¬ ¡pero si hasta yo lo vi¡...bueno no se, se ve que Blogger se la agarro conmigo u.u -¡puto Blogger¡-.
ResponderEliminarBueno ahora cambiando de tema. ¡si¡ ¡viene shas10¡ ¡haaaa¡ 9 de noviembre….espero ir a verlo, ahora no lo se porque mi mama me amenazo con no dejarme ir si no levantaba las notas ¬¬ -puto colegio- .¡yo también llore cuando murió Scott en hush hush¡ ósea era tan wkrhmjbikrsfh…estaba pensando en leer cazadores de sombras pero no se si es muy buena además no me llama la atención…no se. ¿Estas leyendo conociendo a 50 sombras? ¿de donde? por favor pásame la pagina porque yo no la encuentro :S. si la parte en la que christian se arrodilla y es el sumiso de Anastacia me parte el corazón pero mi parte favorita es el final cuando tienen a su hijo –el pequeño bip XD-. Muchos besos lulu…