lunes, 11 de marzo de 2013

Cap 7 - The Beauty and the Beast ( justin y tu)



-Solamente tienes que atender el teléfono y separarme estas carpetas en “Entregados y pendientes”. ¿Entendido?-me explicaba mientras me pasaba las carpetas.- Las que tienen el sello rojo son los entregados y los que no lo tienen son los pendientes.- me observó.- ¿Me estas escuchando?


-Si, Justin.-respondí como si fuera su empleada.- ¿Nada más?

-Si, solo pásame los llamados de estas dos personas.-me pasó un papel.- Anota.- me dio lapicera.- Peter Hamilton y Edward Maphers. Para las demás personas que llamen, yo estoy en una importante reunión. ¿De acuerdo?- caminó hasta la puerta.- ¿Crees que podrás?

-Si, Justin.-dije obvia.- Ya vete y déjame en paz.

Cerró la puerta de “mi oficina”. Comencé separando las carpetas en “entregados y pendientes”, no hubo ningún llamado hasta las 10:00 am pero ya luego el teléfono no paraba de sonar. Era un llamado tras otro y luego otro. No creí que ser la secretaria de Justin Bieber sería tan agotador.

-Oficina de Justin Bieber ¿En que puedo ayudarle?


-Que sensual suena cuando tú lo dices.-dijo su voz tras el teléfono.

-No juegues, hay como seis personas esperando que atienda.

-¿Más importantes que tu futuro esposo?-contestó con seriedad.

-Justin tu mismo sabes que no nos casamos por amor así que no me vengas con pavadas.

-_____ te advierto que soy muy celoso.-su voz aun sonaba seria, eso me preocupaba.

-Bueno, como digas.-le dije fríamente.

-Ya nos vamos. Para eso llamaba. No atiendas a la gente que esta en llamada de espera. Solo ven hasta mi oficina.-finalizó la llamada.

Tomé mi bolso y salí de la oficina. Varios hombres que trabajaban ahí me dedicaron miradas. Eso me puso nerviosa pero no podía acelerar el paso porque quedaría como una nena huyendo. Solo intenté ignorarlos, es que no estoy acostumbrada a esto, mi cuerpo nunca llamó la atención de ningún hombre.
Entre a la oficina de Justin.

-¿Estas bien?-preguntó al oír un suspiro de mi parte.

-Si.-dije intentando fingir que sus empleados no me habían pasado la mirada por todo el cuerpo. Como el había dicho antes, era celoso.

-No parece.-miró la pantalla de su computadora. Me senté en un sillón.

-¿Te falta mucho?-pregunté con impaciencia. Ya quería irme a casa.

-Si.-respondió secamente.

-¿Entonces para que me llamas?-dije de mal modo.

-Estoy molestándote. Ni una broma se te puede hacer.-dijo levantándose de la silla para que nos fuéramos. Preferí no responder tenía pensado unos cuantos insultos no aptos.

Ambos salimos de la oficina tomados de la mano. Los hombres que anteriormente me miraban ahora solo agachaban la mirada. Era más que obvio que si su jefe se enteraba de que ellos me habían estado observando, quedarían varias personas desempleadas. Tener un futuro esposo con éxito, esta genial. Eso es la única ventaja de estar por casarme con Justin.

Subimos al auto y Justin arrancó. Manejaba a una velocidad considerable, ni rápido, ni despacio, normal.
-Por aca no es la casa.-dijo mirando por la ventanilla.

-Lo se.-respondió friamente.

-¿Entonces?-insistí.- ¿A dónde vamos?

-A almorzar.

-No.-dije en tono de reproché.- No quiero almorzar a solas contigo.

-Acostumbrate.-dijo secamente mientras estacionaba.

-No quiero acostumbrarme.- nos bajamos del auto.- Es que de verdad no hagas todo esto.-agregué mientras caminabamos.- En serio no tienes porque llevarme a pasear o a tu trabajo, me casaré contigo, y aun que no quiero debo hacerlo. Entiende no me gusta que que hagas esto.- parecía que hablaba sola porque el ni me miraba.- Justin.-dije insistente.- ¿Puedes responderme?- me quedé parada en la puerta del lugar. El siguió caminando hasta notar que yo no iba tras el. Volteó a verme.

-¿Qué haces ahí?

-No quiero entrar.- comencé a caminar alejandome del lugar.

-Ven aquí.-corrió tras mi y me tomó del brazo.- ¿A dónde crees que vas?-preguntó con enojo en sus palabras.

-No quiero almorzar contigo.-articulé bien las palabras.

-¿Por qué?-preguntó intentando serenarse.

-Pues, porque no. Y porque ni me escuchas cuando te hablo. ¿Qué sentido tiene?-dije enojada con el.

-Si te estaba escuchando.-respondió.

-Si, pero no me respondias.

-Te traigo a almorzar conmigo porque quiero que hablemos, tranquilos en paz, sin empleadas que escuchen y vean todo lo que pasa. ¿Entiendes eso?- asentí. Su tono era macabro.

Me tomó de la mano y sin dejarme decir una sola palabra nos metimos al restaurante.
Al entrar nos dieron una mesa para dos. Justin pidió por ambos, si por mi fuera, ni hubiera pedido.

-¿De que querías hablar?-dije revolviendo la comida sin ganas de probarla.

-De la boda.-dijo probando su comida.

-Ah.-respondí sin ganas.- Puedes organizar todo tu, no tengo ningun problema.- me observó entre cerrando los ojos.

-Yo no elegiré ningún vestido.- dijo aun con su mirada sobre mi rostro.- ¿Qué es lo que te molesta tanto?

-Tu.

-¿Por qué?- dijo frunciendo el seño.

-Porque de repente apareces en mi vida diciendo que nos casaremos y que yo no puedo resistirme a eso y que si o si sera así. ¿Crees que eso es lindo?-lo miré.- No, no lo es.- agregué.- Y todavía no entiendo que es el asunto de “trabajo”-hice comillas con mis dedos.- para que me obligues a casarme contigo. –seguí revolviendo mi comida con desgano.

-Mira, no es trabajo.-se sirvió vino.- No te obligo a casarte conmigo por eso. ¿Quieres saber por que es?

-Sinceramente, no me importa.-dije de mala gana.- De todas maneras nos vamos a casar, sepa o no el porque.

-Bueno, si no quieres no te explico nada.- siguió con su almuerzo.- ¿Yo pago tu comida para que solo la revuelvas?

-No lo se, yo te dije que no quería comer.- mis palabras demostraban todos mis sentimientos. Tristeza y melancolia. Tenía ganas de salir corriendo de ahí, tomarme un avion hasta Japon y no ver a este imbecil nunca más en mi vida.

-¿Puedes escucharme?-preguntó sin siquiera mirarme.

-¿Qué me diras? La boda será en el jardin de la casa, adornaremos como a mi madre le guste e invitaremos a todos mis familiares y amigos.- imité una voz estúpida.- ¿Eso es?

-Primero, yo no hablo así.- me miró.- Segundo, no iba a decirte eso. Pero me has dejado una duda. ¿Hay alguien que quieras invitar?

-No. No quiero que la gente sepa que me caso con un loco psicopata que me compró en una subasta y ahora me quiere como su esposa para violarme.

-Ya basta.-dijo con frialdad en sus palabras.- Deja de hablar de ese modo.- estaba totalmente enojado.- No quiero escucharte decir tonteras.

Luego de el hermoso almuerzo con mi futuro esposo.- sarcasmo hasta en mis pensamientos.
Salimos del lugar para ir hasta la casa.

Al llegar corrí hasta mi habitación. Justin se quedó lejos, por suerte, ya no lo tenía cerca y ese era un buen momento para calmar mis nervios.
Me encerré en el baño y comencé a llorar mientras me sentaba en el suelo. Odiaba el hecho de no tener familia y tener que casarme con este imbécil.
Arrojé un cepillo de cabello hacía el espejo, partiendo a este en pedazos. Una idea para desahogarme llegó a mi cabeza. Tomé el pedazo de espejo y sin pensarlo dos veces me corté en la muñeca. La sangre no tardó en salir y así caer al piso manchando la blanca cerámica. Un grito de dolor se escapó de mi boca. A los segundo sentí un golpe en la puerta.

-¿Se encuentra bien señorita?-preguntó una de las chicas de limpieza desde mi habitación.

-Si.-dije no muy convencida. Mi voz sonaba adolorida Sentí los pasos apresurados de la joven saliendo de mi habitación.


-Ábreme la puerta en este mismo momento.-gritó Justin a los minutos de haberse ido la mujer. No respondí.- Abre.-me ordenó.- ______quiero que abras esta puerta porque si no la tiro abajo.-gritó con furia.

-No voy a abrir.- sentí que mi cuerpo se debilitaba y caí al suelo. Apoyé mi espalda sobre la pared.

-Aléjate de la puerta.-gritó antes de darle un tremendo golpe, esta solo se partió un poco, pero al segundo golpe se quebró dejando paso a Justin en el cuarto de baño.- ¿Estas loca?-gritó corriendo a donde yo me encontraba.- ¿Qué hiciste?-miró el espejo y luego mi mano.

Se revolvió el cabello con nerviosismo y tomó la toalla para envolverla en mi muñeca y así cortar la sangre.

-No puede ser que llegues a esto.-dijo furioso sentándose a mi lado.- ¿Por qué lo haces?

-¿Crees que merece la pena vivir así?-dije en un hilo de voz. Me aferró a su cuerpo.

-No digas eso.- sentí como sus fuertes brazos me rodeaban.- Perdona todo lo que pasó hoy en el almuerzo.-acarició mi cabello.- No se porque hablo de tan mala gana, me sale solo. No me gusta hacer daño a la gente y menos me gusta si tu te haces daño.-agregó.

Deje mis lagrimas caer nuevamente, cerré los ojos con fuerza y respiré agitadamente.

Cap 6 - The Beauty and the Beast ( justin y tu)



Capitulo 6:

Esa noche no dormí, para mi casarme a los 16 años es una locura y más si no es por amor.
Lo odio, no existen mejores palabras para decir lo que siento en este momento ¡Odio a Justin Bieber! No puede llegar y decirme, mira _____ nos casaremos.
¿Pero quien se cree? Afff no puedo ni pensar en el porque me dan ganas de correr a su habitación y colocarle una almohada sobre la cara y presionar hasta que no respire.


Me levanté y me di una larga ducha, me maquillé para tapar todas las marcas que delataban mi terrible noche. Lo logré, mi maquillaje cubría todo. Me vestí con unos jeans y un buzo, hacía frío y es obvio porque estamos llegando al invierno.
Baje con pesadez las escaleras y me encontré con Justin sentado a la mesa, el televisor prendido en el canal de las noticias y su taza con café frente a el.

-Buen día.-dijo sin despegar la mirada del televisor.

-Seria un buen día si no te hubiera encontrado aquí.-dije de mala gana mientras me sentaba a la mesa.

-Okey, tranquila.-dijo mirándome.- ¿Por qué te maquillas tanto?

-¿Y a ti eso que te importa?-apoyé mis brazos sobre la mesa y recosté mi cabeza sobre ellos.

-¿Dormiste?

-No.

Una de las señoritas de limpieza se acercó a mi.

-¿Qué va a desayunar señorita?-me sonrió simpáticamente.

-Jugo de naranja.

-¿Nada de comer?-me miró extrañada.

-No, gracias.-dije fingiendo una sonrisa mientras ella se retiraba.

-¿Qué te pasa?-dijo de mala gana mientras me miraba.- Claro, si se puede saber.-agregó con sarcasmo.

-¿Y todavía preguntas que me pasa?-dije casi sin fuerzas para hablar.- Tu presencia en mi vida, me pasa.- se levantó de su silla y se sentó a mi lado.

-Mas te vale que te vayas acostumbrando a mi presencia porque dentro de dos semanas compartiremos la cama.- desvió la mirada hacía el televisor.

-Eso ni lo sueñes.-le advertí.

-No lo sueño, ni te creas.-dijo de mala gana. Puso uno de sus brazos alrededor de mis hombros.- Vas a ser mi esposa y por lo tanto tu papel en mi vida, será complacerme por las noches.- besó mi mejilla haciendo ruido. Estúpido, desagradable.

Sus palabras me habían dejado estática y sin respuestas. Yo no pensaba compartir la cama con el y menos tener relaciones. Este chico se estaba volviendo loco si pensaba en eso realmente.
La chica me dio mi jugo de naranja y me lo tomé más rápido que nunca, pues tenía a Justin a mi lado abrazándome y ni siquiera me miraba. Observaba el televisor con sumo detenimiento y hacía muecas a medida que decían variadas noticias.
Me levanté de la mesa y caminé hasta las escaleras porque su voz me detuvo.

-¿A dónde vas?-preguntó incrédulo.

-A mi habitación.-respondí retomando mi paso. Se levantó de la silla y me siguió.- ¿Qué? ¿Qué quieres?

-Me voy al trabajo.

-Ahh ¡Feliz Cumple Años!- le dije sarcástica.- ¿Crees que me importa?-pregunté enojada.

-No, no creo que te importe, porque no te importa. Solo te avisaba porque tu vienes conmigo.- dio media vuelta.

-No, yo no voy contigo.

-Si, tu si vas conmigo. Así que quiero que te vistas como una persona normal y baje en 10 minutos.

-Primero que nada, soy una persona normal y segundo si no quieres que me vean así vestida, no me lleves.-dije de mal modo antes de seguir subiendo las escaleras.

Entré en mi habitación y cerré de un portazo. ¿Una persona normal? ¿Quién se cree? Estoy normalmente vestida, tengo unos jeans y un buzo “GAP” no esta nada mal para mi edad, pero como todo el mundo cree que tengo 19 debo vestirme como una vieja.

Me recosté en mi cama y prendí el televisor. Me divertí viendo “Disaster Date” y los estúpidos que se creían esas citas de mentiras. Me reí un rato hasta que un golpe seco en mi puerta me hizo sobresaltar.

-¿Quién?-grité sin levantarme de la cama.

-Yo.-me gritó desde el otro lado de la puerta.

-No quiero que pases.-le grite subiendo el volumen del televisor para no escucharlo.

Pero aun así entro en mi habitación.

-Nos vamos.

-Te vas.-lo corregí.- No vaya a ser que alguien te vea con una persona anormal.

-No me refería a eso. Me refiero a que no te vistes como cualquier chica. Te vistes así no más, ni te arreglas.

-¿Arreglarme para que?-me senté en la cama y apagué el televisor.- ¿Para que tu me veas arreglada? Ni lo sueñes, yo me arreglo cuando estoy de humor, cuando tengo a alguien que note mi presencia y cuando tengo a alguien a quien le importe como este vestida y maquillada. En cambio yo, te tengo a ti, no estoy de humor y ni te importa como este vestida.

-Claro que me importa.-dijo apoyándose en el marco de la puerta.- Después de todo serás mi esposa.

-¿Y eso que tiene que ver?

-Que la esposa de Justin Bieber tiene que estar bien arreglada.

-A ti solo te importan las apariencias.-dije de mala gana y me encerré en el baño.

-Sal de ahí.-golpeó la puerta.- Nos tenemos que ir.

-Dime…-grité desde adentro.- ¿Para que quieres que vaya?

-Necesito tu ayuda.

-¿Para que?- me apoyé en la puerta.

-Me quedé sin secretaria.

-¿Me vas a pagar?-abriendo un poco la puerta.

-Si trabajas como se debe si.-me contestó.- Pero tienes que ponerte algo más formal. No te cambies los jeans pero ponte una camisa.

-Okey, okey.-salí del baño y abrí mi armario.

-¿Me dejas elegir?-preguntó acercándose a mi.

-No.-respondí secamente mientras revolvía la ropa.

-¿Por qué no?

-Porque no.-seguí revolviendo.

-Esa.-señalo una celeste.

-No lo se.-dije sacándola de la percha.- Es muy ajustada.

-Es perfecta.- agregó mientras salía de la habitación.- Cambiate y baja, por favor.- me ordenó sutilmente mientras cerraba la puerta.

Me vestí con la camisa celeste. No era nada fea, pero muy ajustada. Hacía resaltar mis curvas y se pegaba a mi cintura formando un hermoso cuerpo. Me sentía rara, nunca la había usado y menos para salir de mi casa.
Me miré al espejo y suspire, tal vez sea hora de salir del cascaron y demostrarle a los hombres que detrás de esta cara de niña, existe una mujer.
Colgué mi bolso en mi hombro y me coloqué los tacones, me puse un abrigo y baje.
Justin estaba apoyado en la puerta principal con el maletín en la mano. Desvió la mirada hacía mi cuando me vio bajar.
Salimos de la casa en silencio y mantuvimos ese silencio durante el viaje hasta la oficina.
Al bajar del auto, me tomó la mano. Simplemente no me zafé porque su padre estaría allí.